Quizás la más bonita de las ciudades de España por su historia, su apertura constante y su pequeñez. Cádiz limitada por el espacio siempre ha estado mirando a su provincia. Quizás sea por eso que tiene unos pueblos tan grandes y tan genuinos.
Para mi, que la dejé hace ya tiempo es una visita que no se puede perder, no ya para un español, sino aún más para los que sois de fuera. En pocos kilómetros hay una variedad de paisaje poco común en una provincia. Las playas son grandes y extensas. El mar bravo y a veces transparente, frío y vivo. Y el atardecer lleno de paz.
La arena clara y amor por los colores en las plantas y en la limpieza de sus edificios. La gente abierta y sencilla y el mesa esperando. Caracoles, puntillitas, cazón, atún, rabo de toro… se me hace la boca agua nada más acordarme.
Pero esto es sólo un paseo de madrugada Cádiz es mucho más, comparto este ratito que me sirve para verlo, este verano casi no he podido disfrutarlo.